Esta es la historia de una pareja que estaba celebrando sus bodas de oro. Sus hijos y nietos les organizaron una hermosa fiesta como obsequio, muchos familiares y amigos acudieron al evento para felicitarles y expresarles su más sincera admiración por estar tanto tiempo juntos y felices.

Estuvieron todo el día de fiesta y cuando anocheció sintieron un gran alivio, pues la fiesta terminó finalmente y ellos pudieron regresar a su hogar para descansar.

Se sentaron solos en el jardín para contemplar juntos la puesta de sol y luego las estrellas, en la tranquilidad de su hogar después de un día tan ajetreado.

En un momento de la noche, el hombre se quedó mirando a su esposa con los ojos llenos de amor hacía ella y dijo:

Querida, estoy orgulloso de ti.

Su esposa le preguntó:

¿Qué has dicho? Recuerda que no escucho muy bien, habla más alto por favor.

El anciano, dijo con el tono de voz más alto para que su esposa entendiera, pero con cariño:

Que estoy orgulloso de ti.

Su esposa respondió entonces con desprecio en el rostro y en su voz, sorprendiendo a su esposo:

Me parece lógico, yo también estoy harta de ti.

Lamentablemente, con frecuencia no oímos lo que los demás nos dicen, escuchamos lo que queremos escuchar y no nos escuchamos a nosotros mismos. El secreto para una buena relación, es aprender a escuchar al otro y a nosotros mismos, es aprender a mirar al otro, aprender a entender lo que nos dicen con palabras y lo que dicen sin palabras. El perfecto oyente escucha al otro, aunque este no haya dicho nada.

Narración: Liliana Gonzalez

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Música:
Kevin MacLeod (incompetech.com)
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