La Vírgen es sin pecado concebida porque, por una gracia especial de Dios, nació sin la mancha del pecado original de Adán y Eva, mancha que cargamos todo el resto de los seres humanos, y que nos hace morir.
Por eso, al final de sus días, la Vírgen fue llevada al cielo directamente, sin pasar por la muerte de los hombres. Este hecho se conoce como la Asunción de María.
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