La química forense puede determinar sustancias involucradas en la escena de un crimen. Si hay un disparo, pueden obtenerse pistas a partir de los residuos orgánicos del deflagrante y residuos inorgánicos de los metales de la bala. En el programa de Órbita Laika dedicado a la ciencia forense, Deborah García muestra cómo a través de la química puede extraerse información clave para resolver un crimen.
Creada en los años 30, la prueba de Walker permitía detectar la pólvora. Pero había un problema: detectaba los nitritos, y al haber muchas sustancias que los contienen, como la tierra con fertilizantes, podían dar un falso positivo. Por este motivo, dejó de utilizarse en los años 60-70.
El plomo, bario y antimonio, combinación de residuos metálicos inconfundibles tras un disparo, son denominados residuos de disparo o residuos GSR (del inglés gunshot residue). A través de la prueba de rodizonato sódico o prueba de Harrison-Gilroy es posible detectar los residuos de disparo por formación de sales de colores fácilmente visibles, y estimar la distancia a la que se produjo un disparo. Deborah hace la demostración en plató, ¡no te la pierdas en RTVE A La Carta!
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