Grata fue la sorpresa cuando con Dace descubrimos a un grupo de checos disfrutando un vino en plena calle, sin culpas ni sobresaltos. Lógicamente, hicimos lo mismo.
El detalle sirve para graficar lo que nos ha parecido el secreto checo de la buena vida, dejar hacer, permitir, no prohibir.
En cada país que visitamos, las reglas cambian. Lo que aquí esta bien, no lo está en otro. Los países latinos, acostumbrados a las reglamentaciones, tienen en Chequia un modelo diferente.
Los checos tienen por otra parte una filiación especial con el alcohol, un chiste común aquí dice que llegan a un bar representantes de tres marcas cerveceras: Guiness, Heineken y la checo Pilsner Urquell. El de la marca Guiness pide Guiness porque se produce de ingredientes cuidadosamente seleccionados. El de Heineken encarga Heineken porque se produce según la única receta correcta. El representante Pilsner Urquel pide coca-cola. Al ver que sus colegas le miran extrañados, explica: Si ustedes. no toman cerveza, pues yo tampoco.
Los checos beben entre 150 y 160 litros de cerveza al año, es decir, alrededor de medio litro al día. Los 365 días del año. Una media que se realiza incluyendo a toda la población. De cualquier edad.
Pero eso no significa desorden ni altercados, todo parece estar bajo autocontrol, todo está permitido y no genera problemas. Los checos saben utilizar la libertad sin caer en el libertinaje.
La Primavera de Praga fue un periodo de liberalización política y protesta masiva en Checoslovaquia como estado socialista después de la Segunda Guerra Mundial. Comenzó el 5 de enero de 1968, cuando el reformista Alexander Dubček fue elegido Primer Secretario del Partido Comunista de Checoslovaquia y continuó hasta el 21 de agosto de ese mismo año, cuando la Unión Soviética y otros miembros del Pacto de Varsovia invadieron el país para reprimir las reformas.
Ha pasado mucho desde entonces pero, por lo que hemos visto, no hay nada mejor para la buena vida en Chequia, que permitirse los gustos sin molestar a nadie, ese es el secreto checo, de la buena vida.
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🔎 Soy Gustavo Llusá, argentino, después de viajar durante varios años por más de 50 países me establecí en Letonia donde me casé y aprendí a conocer otra forma de vida, del otro lado del mapa.
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