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Daniel es una figura central en el libro de Daniel del Antiguo Testamento. Él fue un joven israelita noble llevado cautivo a Babilonia por Nabucodonosor durante el exilio babilónico. Daniel y sus amigos, Ananías, Misael y Azarías (conocidos también como Sadrac, Mesac y Abednego), fueron seleccionados para servir en la corte del rey debido a su sabiduría y habilidades.
En Babilonia, Daniel interpretó sueños y visiones, mostrando su capacidad dada por Dios para comprender misterios. Uno de los episodios más conocidos es la interpretación del sueño del rey Nabucodonosor sobre una estatua compuesta de diferentes materiales, que representaba diferentes imperios mundiales. También es famoso el incidente en el que Daniel interpretó la escritura en la pared durante la fiesta del rey Belsasar, prediciendo la caída de Babilonia.
Daniel y sus amigos enfrentaron muchas pruebas por su fe. En una ocasión, Sadrac, Mesac y Abednego fueron arrojados a un horno ardiente por negarse a adorar una estatua de oro, pero Dios los protegió y salieron ilesos. En otro episodio famoso, Daniel fue arrojado a un foso de leones por continuar orando a Dios a pesar de una prohibición real. Dios cerró la boca de los leones y Daniel fue rescatado ileso.
Daniel también tuvo varias visiones proféticas que incluían la venida del Mesías y eventos futuros significativos para el pueblo de Israel y el mundo. Estas visiones son conocidas por su simbolismo y han sido objeto de muchas interpretaciones teológicas a lo largo de los siglos.
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