Los Evangelios sinópticos —es decir, Mateo, Marcos, y Lucas— incluyen una escena que puede resultarnos enigmática: Jesús sube a una montaña junto a tres de sus discípulos, transforma su apariencia ante ellos, interactúa con dos personajes del Antiguo Testamento, una nube cubre la montaña, una voz habla desde la nube, y luego todo vuelve a la normalidad (ver Mt. 17:1–9, Mr. 9:2–10, Lc. 9:28–36).
Estos relatos de la transfiguración de Jesús (del griego metamorfao = cambiar de forma) dejan perplejo a cualquier lector atento. Solo el desinterés o la excesiva familiaridad con el contenido bíblico puede hacer que alguien se tope con estos pasajes y siga leyendo como si nada.
Sin duda, la transfiguración es una escena sorprendente y genera muchas preguntas. En este breve artículo me quiero concentrar en lo más elemental: ¿cuál es el significado de ella? Y aun así, esta no es una pregunta fácil. Sin embargo, creo que significa esencialmente tres cosas.
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