Domingo García-Pozuelo Asins, arquitecto por la ETSAM, ha publicado Logroño ayer, arquitectura de Logroño y la obra del arquitecto Agapito del Valle.
Logroño simbólicamente es una ciudad con tres heridas: la del amor, la de la muerte, la de la vida, tal como escribió Miguel Hernández, y aunque no vive ningún drama amoroso con el río Ebro, sí se ha sentido cercada para bien o para mal por él.
Lo que no obsta para decir que su río ha sido históricamente causa de requiebros en los que han sido pareja o se han ignorado con desdén, hasta entenderse con complicidad en su actual madurez.
Otra herida fue la implantación del ferrocarril en el siglo XIX que dotaba de una comunicación digna a la capital, pero creando una barrera física, esa herida pervivió hasta los años cincuenta del siglo XX, su implantación impedía el crecimiento de su caserío hasta que fue trasladado hacia el Sur, y ahí volvió a las andadas.
Ha sido en el siglo XXI cuando se ha soterrado parcialmente su trinchera, hay otras heridas en busca de sutura: la circunvalación y la AP-68.
En colaboración con el Colegio de Arquitectos de Aragón y dentro del Ciclo Ciudades y Arquitectura, cuyo objetivo es abordar diversos hitos de la historia urbana centradas en diferentes ciudades, cuyo hilo conductor es su arquitectura y su urbanismo.
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