Desde 1979, cuando Maurice Bishop asumió el poder en Granada la preocupación en el Departamento de Estado de EE. UU. había crecido a medida que el país avanzaba en una ideologia más cercana a Cuba y la Unión Soviética.
La posible influencia en la comunidad caribeña del gobierno de la Nueva Joya sería verdaderamente importante tanto para Castro como para la entonces todopoderosa Unión Soviética en pleno apogeo de la Guerra Fría, dada la tendencia marxista-leninista de Bishop.
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