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El hueso largo típico consta de 6 partes: La epífisis, la metáfisis, la diáfisis, el periostio, la cavidad medular y el cartílago articular.
La epífisis, en número de dos, proximal y distal, corresponde al extremo del hueso. Está formada por tejido esponjoso en el centro y por una delgada capa de tejido compacto en su periferia. En la epífisis proximal de huesos largos como el húmero y el fémur se encuentra médula ósea roja formadora de células sanguíneas.
La metáfisis es la región que sigue a la epífisis, localizándose entre ésta y la diáfisis. En la metáfisis se encuentra un cartílago hialino que permite el alargamiento de la diáfisis. Por este motivo a este cartílago se le denomina cartílago o placa de crecimiento. En la edad adulta este cartílago es reemplazado por hueso, formando una estructura ósea que se denomina línea epifisaria.
La diáfisis es la porción larga y cilíndrica del hueso, entre las dos zonas de crecimiento. El hueso que la forma está constituido por tejido compacto, estando recubierta externamente por una membrana de tejido conectivo denominada periostio, cuya función consiste en proteger al hueso, contribuir a la recuperación ósea en las fracturas, a la nutrición del tejido óseo y, además sirve como punto de inserción para ligamentos y tendones.
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