CONSULTAS PARA ADQUIRIR VIDEOS A: archivodeportivo@yahoo.com.ar - Villa Pineral Habla la Madre de la Novia del Delincuente Sopapita Merlo.
Fecha: 17/05/1996
Duración: 1 minuto 17 segundos.
Código: BG-0380
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Referencia: “Sopapita” Merlo fue el delincuente más conocido de Villa Pineral en la década del ’90. Un quisquero lo mató a mazazos y en su funeral los vecinos balearon al periodista Enrique Sdrech. En el barrio lo conocían todos, pero el país se enteró de que a Néstor Merlo le decían “Sopapita” recién el día en que murió, el 10 de mayo de 1996. Lo mató una de sus víctimas, un boliviano que tenía un kiosco al que él había entrado a robar. Cuando amenazó a la nena de 12 años, el boliviano se volvió loco y le destrozó la cabeza a mazazos. A él y a Fanny, su chica. Le decían “Sopapita” porque era cabezón y no paraba de “escabiar”. Y no era un apodo en broma: a los 21 años ya era el líder de la Banda de los Paraguayos de la villa El Mercado, del barrio de Villa Pineral. El Mercado estaba muy cerca del mercado frutihortícola de Caseros y también estaba en la zona de Fuerte Apache y de la villa Carlos Gardel. Los tres puntos formaban una zona de guerra en el Gran Buenos Aires. Ahí, en el Triángulo de las Bermudas, operaba Sopapita. A los 14 años había comenzado su carrera delictiva, según informaron los medios al día siguiente de su muerte. En esos siete años de su vida fuera de la ley tuvo una guarida segura en la villa El Mercado. A fuerza de violencia y acción, el joven ladrón había cultivado un currículum que sus colegas respetaban: había matado a dos sargentos de la policía bonaerense y se había animado a ametrallar el frente de la comisaría de Villa Pineral. En sus últimos veinte días estaba como descontrolado: había asesinado a un tipo (un presunto enemigo de la villa Carlos Gardel) y había herido a otros cinco. Ese 10 de mayo de 1996, Sopapita y Fanny se metieron a la madrugada en la casa del boliviano, tal vez creyendo que había cocaína. El tipo no amedrentó. No le importaba que estuvieran armados. Enardecido, los sorprendió cuando ya escapaban y acabó con ellos usando una maza de albañil de dos kilos. Fue también, un poco, su propia muerte: se tuvo que ir del barrio muy rápido. Lo más rápido posible. Y custodiado por la policía, que se encargó de la mudanza de los muebles. A pocas horas de la muerte de Sopapita, la Banda de los Paraguayos había baleado el frente de la casa. Enrique Sdrech, el viejo zorro de las crónicas policiales, que estaba ahí con su cámara de Canal 13, se llevó un balazo en el codo. La Banda volvió a demostrar su poder al día siguiente, a eso de la una y media, tirando al aire delante de la policía y de los periodistas, mientras el cortejo fúnebre de Sopapita se dirigía al sector privado del cementerio de Pablo Podestá. Ahí mismo había sido enterrada un rato antes Fanny. Ella tenía 29 años y dejaba un hijo de 10. Su madre, Juana Olmos, le contaría a Clarín que ella no era ladrona, ni tampoco la novia de Sopapita y que, incluso, le tenía miedo. Lo que sea, ya había sido. Ahora, una centena de personas acompañaba el féretro de Sopapita, que llevaba un porro de marihuana encendido, a modo de homenaje. Para Juana Olmos, al dolor por la muerte de Fanny Silva le sobrevino la angustia de no conocer las verdaderas causas de su crimen. Nunca le cerró la versión oficial. En los pasillos de la villa El Mercado algunos aseguraban que los dos fueron muertos por fuerzas de seguridad por cuestiones de distribución de droga, y que Ruiz se hizo cargo de ambos crímenes por algún acuerdo espurio no revelado. Juana Olmos nunca tuvo dinero suficiente como para pagar un abogado que investigara esa pista. En su casa había otras urgencias que resolver. Como comer.
Fuente: Javier Sinay "Crónicas sin contar"
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