Lo que vinieron a demostrar Kante Pinrelico anoche fue su veteranía. Un saber estar que pasaba por cómo sabían manejar el ruido, más esa actitud de esfinge sabia de su cantante, que en las fotos que hice aparecía tan imperturbable como estupendo. Son hijos de otro tiempo, y se nota demasiado: hay ecos de aquella oscuridad de película de los Pegamoides o Parálisis Permanente, con enterradores, vampiros, y una agresividad que se agradece en estos tiempos tan correctos. Tienen un repertorio repleto de himnos potenciales, como esa reivindicación de la diferencia (inquietante, terrorífica) asociada al vampirismo y un desprecio hacia la mediocridad, la religión en el que, al menos servidor, se sentía cómodo e identificado. Y no porque me sienta temible o peligroso, sino porque en este mundo de mediocres, cualquiera que nos viera, estaría absurdamente asustado.
--- Texto de Julian Callejo Ruiz, con motivo del concierto de Sábado 28 de Abril en la sala Wurlitzer Ballroom de Madrid ------

Corría el año 1986 d.c. Nuestro señor y una peste endémica, denominada Blues Rock, asolaba las tierras del submarino, léase Kartagena. Fue cuando 4 vasallos del vulgo maquinaron la aniquilación total del aburrimiento acústico: KANTE PINRÉLICO

KANTE PINRÉLICO es una propuesta equilibrada entre el punk-rock (Sex Pistols, Damned) y la onda siniestra inmediatamente posterior (Killing Joke, Bauhaus, Parálisis Permanente), si bien prescindiendo de la pose grave que ellos sustituyen por mordacidad a raudales y hasta gotas de humor negro.

No sabiendo si por morbo o curiosidad , el grupo empieza a ser reclutado para actuar en una serie de eventos musicales , cual de ellos más extraño, desde actuaciones al aire libre con el escenario en medio de la tormenta perfecta (La Unión) ,hasta alquilar un equipo de luces de la NASA para tocar de día (Moratalla). Y con los grupos más dispares, como Boikot, Manolo Cabeza Bolo, Pleasures Fuckets, La Polla Records, The Del Fuegos, Sober, O’Funkillo, Barricada, A Palo Seco y Los Centellas, entre otros.

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