Después de tener un bonito avistamiento de esta pareja de lobos por la mañana, les vi encamar en una maraña de brezos con escobas. Según pintaba el día, sabía que posiblemente permanecerían allí las horas centrales y podría haber posibilidades de tener otro avistamiento por la tarde.
Por lo tanto, eché el resto del día bicheando por la zona, y a la vez, di un rodeo por detrás de la ladera en la que habían encamado, buscando así una mejor perspectiva y luz de cara a la espera de la tarde.
Una vez allí y después de un rato tirado mirando con los prismáticos, apareció el macho, sin embargo la hembra la divisé en la ladera de detrás, por lo que vi andaban separados.
El macho bajó hacia un vallejo que quedaba entre ambos y esperó allí cauto y tumbado hasta que apareció la hembra.
Juntos se pusieron a carroñear los restos de una yegua, que hasta el momento no me había percatado de que estaban allí.
Como el terreno lo permitía me acerqué un buen cacho para ganar ángulo de visión, sabiendo que en ningún momento me podrían detectar, puesto que el viento estaba calmado.
Allí permanecí el resto de la tarde avistando como comían los cuatro pellejos que quedaban, a la vez que vigilaban cada poco por si el peligro les acechaba, daban algún paseo y se tumbaban...
Al final, con la últimas luces del día, decidieron ponerse en movimiento hasta que les perdí a lo lejos, y menos mal, ya que tenía que salir de la zona por donde habían estado ellos toda la tarde, y no tenía ganas de molestarles. A la vez, tenía buen trecho hasta el coche y sabía que tocaría tirar de frontal.
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