Amenazar a un joven gay con “convertirlo en heterosexual a hostias” o decirle que le “va a quitar la mariconería” a golpes no es un delito de odio. Al menos para el tribunal de la Audiencia de Barcelona que acaba de absolver al hombre que profirió esas frases y amenazas a un joven homosexual, tras increparle porque no le gustaba la colorida camiseta de tirantes que llevaba en un local de comida rápida. El fiscal, que ve las cosas muy diferentes, había pedido una pena de 18 meses de prisión.
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