Un tratamiento adecuado durante la infancia es fundamental para disminuir las manifestaciones psiquiátricas en la edad adulta.
El Dr. Sergio Oliveros se licenció en Medicina y Cirugía con Sobresaliente y se doctoró calificación cum laude por la Universidad Autónoma de Madrid. Durante su carrera ha centrado su interés en trastorno bipolar, psiquiatría dual, con especial foco en el TDAH comórbido del adulto, trastorno borderline de personalidad, entre otros. Actualmente, dirige su propia clínica , Grupo Dr. Oliveros, en Madrid.
Transcripción del vídeo:
Cuando el trastorno tiene un predominio de la hiperactividad y la impulsividad el diagnóstico se hace mucho antes y por lo tanto permite hacer un tratamiento precoz. No obstante, en los casos en los que predomina la falta de atención, el diagnóstico suele retrasarse hasta los 11, 12, 13 años, que es cuando ya las asignaturas adquieren una mayor q y es cuando se produce el comienzo del fracaso escolar en estos niños. De este modo, el diagnóstico se basa en los datos obtenidos en historia clínica y sólo en algunos casos se puede hacer una batería de test psicométricos de tipo neuropsicológico para valorar el trastorno y confirmar el diagnóstico.
En cuanto al tratamiento, el tratamiento es inequívocamente necesario, es imprescindible en las formas moderadas y graves, sólo en las formas leves podríamos evitar tratarles en la infancia. Esto es muy importante, no tanto por el desajuste propio que produce el trastorno al aprendizaje y a la trayectoria curricular de estos niños. Sino que afecta de forma determinante a la aparición de complicaciones psiquiátricas en el adulto. Es decir, los niños que reciben tratamiento adecuado en la infancia disminuyen mucho sus manifestaciones psiquiátricas de toda índole que veremos después en la etapa adulta, mientras que los que no han sido tratados tienen una incidencia masiva de complicaciones psiquiátricas.
El tratamiento es así, absolutamente imperativo. Es necesario que se haga. Hoy disponemos en España, al menos de fármacos de tipo psicoestimulante que pueden ser derivados a anfetamínicoso fármacos que aumentan la actividad de la noradrenalina. De esta manera tenemos el metilfenidato en su forma de Concerta, Medikinet, Rubifén, etcétera. Elvanse, que es la anfetamina, otro fármaco derivado también anfetamínico, y la Tomoxitina, que es un inhibidor de la recuperación de noradrenalina, que también ejerce una ventaja sobre la cognición y la atención. Estos fármacos ejercen un efecto paradójico. Es decir, mientras que un sujeto neurotípico que tomara estos fármacos tendría un estado de euforia, serían euforizantes, tendría excitación, tendría hiperactividad; en estos niños lo que les produce es una disminución de la actividad y una mayor, muchísima mayor capacidad de concentrarse y mantener la atención en una misma tarea. En todos los casos debe realizarse un apoyo psicoterapéutico con el objeto de mejorar sus hábitos de estudio y sus conductas. Pero también es muy importante hacer una maniobra psicoeducativa para que el niño comprenda mejor cuál es su trastorno, cuáles son sus limitaciones, cuáles son las necesidades de tratamiento y mejore de esta manera su adhesión al tratamiento y por lo tanto, el pronóstico.
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