Madrid, 25 mar (EFE).- Hace 20 años moría, anciano, Monseñor Lefebvre: arzobispo francés del ala más conservadora, conocido por su campaña de desobediencia a Roma.
Ni su comienzo de sacerdote, en un suburbio obrero de Lille, ni los 15 años que pasó en África ablandaron el corazón de quien palpó la miseria y la violencia entre los más pobres.
Apegado al Concilio de Trento, la sotana y las misas en latín, su dogmatismo chocó con su apariencia afable. El Obispo y Arzobispo de Dakar, reacio al aperturismo del Concilio Vaticano II, fue criticado, incluso, por la Orden del Espíritu Santo, que dirigió.
Indulgente con las dictaduras de Chile, Argentina y España, mantuvo una cruzada contra los "demonios (según decía) del comunismo, socialismo, modernismo y sionismo".
Suspendido "a divinis" en 1976 por ordenar sacerdotes sin consentimiento oficial, el díscolo prelado nombró 4 obispos. Tal osadía provocó en 1988 su "inmediata excomunión" y la de los subordinados, incluidos uno español y el suizo Bernard Fellay, actual superior "lefebvriano". Si bien, en 2009, el Papa Benedicto levantó el castigo del cuarteto.
Enterrado en el Seminario de la Fraternidad de San Pío X, que él fundó hace 42 años, su criterio trasnochado desató el último cisma en la Iglesia Católica.
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