Rodrigo Hasbún: Los afectos. Randon House, Barcelona, 2015. 140 pp.
Hans Ertl uno de los principales camarógrafos de Leni Riefesntahl, la célebre productora cinematográfica que realizó las películas de propaganda para Adolf Hitler, llega a Bolivia acompañado de su familia, en 1955.
Hans Ertl huye de un pasado que lo asocia con el régimen Nazi.
“Los afectos”, lejos de relatar la historia controvertida de Hans Erlt y de su hija Monika, entra a descubrir la psicología de estos seres desarraigados, contrariados en sus relaciones afectivas, que están dispuestos a ejecutar acciones temerarias para exorcizar sus demonios.
Es así que Hans planifica una exploración con la ambición de encontrar el Paitití, una ciudad Inca perdida en la selva amazónica.
La exploración no logrará su objetivo, pero muestra como aquella hazaña transforma en profundidad los vínculos familiares de los Erlt.
Así, Monika acentuará la relación ambigua que mantiene con su padre: un lazo de admiración y rebeldía.
Heidi quedará enamorada de Rudi, un alemán, asistente de Hans, con quien, luego, partirá a vivir en Europa.
En cambio Trixi, la hermana menor, al no participar de la exploración, como Aurelia, la madre y esposa de Hans, establecerán una complicidad femenina en la cual Trixi indaga en la vida amorosa de sus padres.
Por su parte Hans, de manera premeditada o no, incluye en la exploración a una joven arqueóloga, la señorita Burgl, a quien la convierte en su amante.
La segunda parte de la novela la protagoniza Monika.
Monika es la única de las hermanas que pretende seguir los pasos aventureros de su padre; es una de las razones por las cuales se vincula con la guerrilla, luego de un fracaso matrimonial; aunque ella misma no sabía por qué se había casado.
Es de esta manera que Monika se da la tarea de vengar a los grandes personajes de la guerrilla de Nancahuazú: a Inti Peredo, su amante, y al Che Guevara… Es en ese intento que construye su propia hecatombe y el de toda la familia.
La novela si bien da pinceladas históricas y políticas sobre la sociedad latinoamericana de los años sesenta; en realidad es una novela intimista, narrada de una manera minimalista: frases cortas, economía de metáforas, supresión del paisaje y relato muy subjetivo. Si se quiere comparar el estilo de “Los afectos” con otras novelas, podríamos decir que ésta se homologa con novelas como “Seda” de Alessandro Baricco; “La Delicadeza” de David Foenkinos; o con alguna de las novelas de Amélie Nothomb.
Ahora bien, en cuanto a las observaciones formales que se pueden hacer a la novela. Digamos que, en ciertos momentos, Hasbún se deja traicionar por “clichés” como, por ejemplo, el que describe la ciudad de La Paz (p 17).
O esta fórmula de sentido común: “Obviamente papá intentaba matar dos pájaros de un tiro” (p. 18).
