En medio de la madrugada, un coche blanco avanza por la carretera que lleva a un paraje ubicado en Cómbita, Boyacá. Se detiene y, por sus luces fuertes, atrae la atención de unos campesinos que habían iniciado su jornada de trabajo. Ven cómo un hombre saca del interior del vehículo un bulto que arroja al costado del camino, entre matorrales. El sospechoso vuelve a subir al auto y se aleja del sitio. Los testigos se acercan con cautela. Piensan que se trata de basura, pero podría ser otra cosa. Y lo es.
El cadáver de una mujer joven está tendido a la vera del camino. La policía llega a recogerlo cerca de las 11 y también lo hacen unas prostitutas que trabajan en la zona de tolerancia de aquel municipio. Dicen conocer a la víctima, de nombre Sandra. “La Mona”, también le dicen. La causa de muerte que arroja la necropsia es sobredosis de cocaína y la tal Sandra es entregada a sus supuestas compañeras para que, tras una breve misa, la sepulten en el cementerio local.
A 164 kilómetros de allí, en Soacha, un hombre está preocupado por su hermana. Ha salido en la noche pero no regresa. Iba a una cita con Diomedes Díaz, un ídolo de la música vallenata que era su amigo y, tal vez, también su amante. La historia está por dar un vuelco, pero para eso el hombre debe descubrir que su hermana reposa, bajo un nombre falso, en una tumba que parece encerrar el crimen perfecto.
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Adriana Chilito
