EL PAPÁ BUENO Y EL HIJO MALO __ Descubre, porque NO DEBES hacer LLORAR a Tu Padre __ Cuento Andino

Don Andrés, con su cuerpo encorvado por los años y el dolor, trataba de mantener la paz y el cariño que siempre habían reinado en su hogar. Pero sus esfuerzos eran en vano.
Cada intento de acercamiento, cada palabra de amor, era recibida con frialdad y desprecio por parte de Gerardo. El anciano, con los ojos llenos de tristeza, observaba impotente cómo su único hijo se hundía en la avaricia y la maldad.

Gerardo, cegado por la codicia, había dejado de ver a su padre como el hombre que lo había criado y amado incondicionalmente. En su mente, solo existía la idea de heredar las tierras y el ganado, de ser el hombre más rico de la comunidad.
Su egoísmo lo consumía, y no dudaba en expresar su desprecio abiertamente.
"Viejo, tú vas a morir y yo seré dueño de las vacas y las tierras", le decía con un tono despectivo, sus palabras goteando veneno.

Cada palabra era como una daga clavándose en el corazón de Don Andrés, quien veía con dolor cómo su hijo se alejaba cada vez más de los valores y el amor que Marcelina y él le habían inculcado.
La amargura y el resentimiento se convirtieron en compañeros constantes en su hogar, y el anciano, solo y desamparado, no podía más que derramar lágrimas en silencio, mientras su hijo se perdía en la oscuridad de su propia alma.

Don Andrés había intentado de todo para corregir a su hijo, pero Gerardo respondía con una violencia que lo aterraba.
Una noche, tras una amarga discusión, Don Andrés intentó hablarle una vez más, con la esperanza de tocar algún rincón del corazón de su hijo. CONTINUA [ Ссылка ]

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