La seguridad contra disparos bajo el agua es una cuestión compleja debido a la interacción entre el agua y los proyectiles. Aunque el agua ralentiza y desvía los disparos, no existe una distancia precisa para estar completamente a salvo. A muy corta distancia, incluso a unos pocos metros, los disparos pueden ser significativamente afectados. Sin embargo, a medida que aumenta la distancia, el agua dispersa y reduce la energía del proyectil, incrementando la probabilidad de supervivencia. En términos generales, a una distancia de al menos 10 metros bajo el agua, la probabilidad de que un proyectil pierda su capacidad letal aumenta considerablemente.
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