UN CURSO DE MILAGROS
CAPÍTULO 6
II. La alternativa a la proyección
1. Cualquier división en la mente conlleva por fuerza el rechazo de una parte de ella misma, y eso
es lo que es la creencia en la separación. La plenitud de Dios, que constituye Su paz, no puede ser
apreciada salvo por una mente íntegra que reconozca la plenitud de la creación de Dios. Mediante
ese reconocimiento, dicha mente conoce a su Creador. Exclusión y separación son sinónimos, al
igual que separación y disociación. Dijimos anteriormente que la separación fue y sigue siendo un
acto de disociación, y que una vez que tiene lugar, la proyección se convierte en su defensa
principal, o, en otras palabras, el mecanismo que la mantiene vigente. La razón de ello, no obstante,
puede que no sea tan obvia como piensas.
2. Repudias lo que proyectas, por lo tanto, no crees que forma parte de ti. Te excluyes a ti mismo al
juzgar que eres diferente de aquel sobre el que proyectas. Puesto que también has juzgado contra lo
que proyectas, continúas atacándolo porque continúas manteniéndolo separado de ti. Al hacer esto
de manera inconsciente, tratas de mantener fuera de tu conciencia el hecho de que te has atacado a ti
mismo, y así te imaginas que te has puesto a salvo.
3. La proyección, sin embargo, siempre te hará daño. La proyección refuerza tu creencia de que tu
propia mente está dividida, creencia ésta cuyo único propósito es mantener vigente la separación.
La proyección no es más que un mecanismo del ego para hacerte sentir diferente de tus hermanos y
separado de ellos. El ego justifica esto basándose en el hecho de que ello te hace parecer "mejor"
que tus hermanos, y de esta manera empaña tu igualdad con ellos todavía más. La proyección y el
ataque están inevitablemente relacionados, ya que la proyección es siempre un medio para justificar
el ataque. Sin proyección no puede haber ira. El ego utiliza la proyección con el solo propósito de
destruir la percepción que tienes de ti mismo y de tus hermanos. El proceso comienza excluyendo
algo que existe en ti, pero que repudias, y conduce directamente a que te excluyas a ti mismo de tus
hermanos.
4. Hemos aprendido, no obstante, que hay una alternativa a la proyección. Todas las capacidades del
ego se pueden emplear para un propósito mejor, ya que sus capacidades las dirige la mente, que
dispone de una Voz mejor. El Espíritu Santo extiende y el ego proyecta. Del mismo modo en que los
objetivos de ambos son opuestos, así también lo son sus resultados.
5. El Espíritu Santo comienza percibiendo tu perfección. Como sabe que esa perfección es algo que
todos comparten, la reconoce en otros, y así la refuerza tanto en ti como en ellos. En vez de ira, esto
suscita amor tanto en ellos como en ti porque establece el estado de inclusión. Puesto que percibe
igualdad, el Espíritu Santo percibe en todos las mismas necesidades. Esto invita automáticamente a
la Expiación porque la Expiación es la necesidad universal de este mundo. Percibirte a ti mismo de
esta manera es la única forma de hallar felicidad en el mundo. Eso se debe a que es el
reconocimiento de que tú no estás en este mundo, pues el mundo es un lugar infeliz.
6. ¿De qué otra forma puedes encontrar dicha en un lugar desdichado, excepto dándote cuenta de
que no estás en él? Tú no puedes estar donde Dios no te ubicó, y Dios te creó como parte de Él. Eso
es al mismo tiempo donde estás y lo que eres. Esto es algo completamente inalterable. Es inclusión
total. No puedes cambiarlo ahora ni nunca. Es verdad para siempre. No es una creencia, sino un
Hecho. Todo lo que Dios creó es tan verdadero como Él. La verdad de ello radica solamente en su
perfecta inclusión en Aquel que es el único que es perfecto. Negar esto es negarte a ti mismo y
negarlo a Él, puesto que es imposible aceptar a uno sin el otro.
7. La perfecta igualdad que el Espíritu Santo percibe es el reflejo de la perfecta igualdad del
conocimiento de Dios. La percepción del ego no tiene equivalente en Dios, pero el Espíritu Santo
sigue siendo el puente entre la percepción y el conocimiento. Al permitirte usar la percepción de
forma que refleje el conocimiento, éste finalmente podrá ser recordado. El ego preferiría creer que
es imposible que ese recuerdo alboree en tu mente, sin embargo, es tu percepción lo que el Espíritu
Santo guía. Tu percepción acabará allí donde comenzó. Todo converge en Dios porque todo fue
creado por Él y en Él.
8. Dios creó a Sus Hijos extendiendo Su Pensamiento y conservando las extensiones de Su
Pensamiento en su Mente. Todos Sus Pensamientos están, por lo tanto, perfectamente unidos dentro
de sí mismos y entre sí. El Espíritu Santo te capacita para poder percibir esta plenitud ahora. Dios te
creó para que creases. No puedes extender Su Reino hasta que no conozcas la plenitud de éste.
9. Los pensamientos se originan en la mente del pensador, y desde ahí se extienden hacia fuera.
Esto es tan cierto del Pensamiento de Dios como del tuyo. Puesto que tu mente está dividida....
Ещё видео!