Los bufones o bramadorios son imponentes y sonoros chorros de agua a presión que salen de profundas simas horadadas en el suelo por la erosión kárstica de la roca caliza al lado de los espectaculares acantilados de Pría, en Llanes, al este de El Vau l'Arena, la desembocadura del río, que hace una pequeña ría arenosa y es límite con el vecino concejo de Ribadesella/Ribeseya, desde el que vemos enfrente en este vídeo los espectaculares acantilados del Castru Arenes
En días de calma nada extraordinario veremos ni oiremos, pero en días de galerna y tempestad, especialmente en invierno, un portentoso sonido saldrá de las entrañas de la tierra, y en La Bramadoria varias chimeneas escupirán chorros de agua de mar al cielo con ese característico y sonoro estruendo que se dice "se oye hasta en Cabrales". Así lo leemos en la Enciclopedia del Paisaje de Asturias:
"El llamado bufón (túnel natural por el que la mar arroja agua a un punto situado tierra adentro) de La Bramadoria se localiza en la parroquia llanisca de San Pedro de Pría. Es una zona llana de fácil acceso, cercana a los pueblos de Llames y Garaña, y suelta un espectacular chorro vertical de agua, muchas veces de forma súbita; cuando esto ocurre es muy peligroso hallarse en sus cercanías"
Un refrán local, recogido en Silviella de Pría, asegura que "si gufa La Bramadoria non descuelgues la mesoria", debido a que la labor de descabezar cereales, que se realizaba con este apero, exigía la presencia del sol; también se decía en el mismo pueblo que
"cuando berra'l Pozu Pría guarda lleñe pa otru día; La Bramadoria y El Pozu Pría é la mesma cosa, é un gufón acasu más juerte que'l de Vidiago y que ta nestos castros de Garaña y que é mui raru'l día qu'elli gufe que non llueva darréu"
Realmente La Bramadoria no es exactamente un bufón, es todo un campo de bufones de varias decenas de bocas, dispuestos por doquier en esa banda caliza en primera línea de costa, de todos los tamaños y espectacularidades, alguno a más de 100 metros del acantilado.
Merece la pena contemplar este portento de la naturaleza que será protagonista de un recuerdo imborrable, como el que tuvo el cronista Laurent Vital, narrador de la accidentada arribada del joven Carlos de Flandes, quien sería Carlos I de España y V de Alemania, en su periplo terrestre por estos mismos caminos costeros en 1517:
"Llanes está situado a un tiro de arco cerca del mar, el cual llega por una entrada muy peligrosa hasta dentro de la villa, y la azota ese mar incesantemente contra las rocas y montañas, que son maravillosamente altas y parece que sea un abismo infernal por el ruido del agua, la cual salta continuamente más alta que una lanza por las grandes olas que allí se encuentran y redoblan contra esas rocas excavadas y divididas en grandes cavidades, dentro de las cuales el agua penetra; y cuando están llenas, entonces el agua se ve rechazada por afuera, saltando, espumeando, ruidosa y tan impetuosamente, que apenas si uno oye gritar ni hablar, que es una cosa terrible y espantable de ver y oír"
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