ESCUCHA LA VOZ DEL SEÑOR CON UN MENSAJE A LA HUMANIDAD DADO A TRAVÉS DE SU VIDENTE MIGUEL.

“A vuestro Padre”. Amaos los unos a los otros, como Yo los he amado.
Hijitos, visitadme en el Santísimo.
¿No sabéis, hijitos míos, que he muerto por vosotros y estoy con vosotros?
No comprendéis vosotros mismos el camino, el sendero que os he dado; porque
Vuestro Señor os ama mucho. Abrazad la cruz, pues os la doy a vosotros mismos, para que
vosotros mismos os encendáis la cruz de vuestro sendero y alegrad vuestros corazones para
la Segunda Venida.
¿Estáis contentos con esto? Vosotros mismos lo vais a saber en vuestros propios
corazones.
Que brille vuestra luz y la luz que os doy en vuestros corazones, para que todos se
unan y oréis a mi Padre bendito que está en el cielo.
Pedid; cuanto quieran se os dará.
Amad al prójimo como Yo os he amado.
Hijitos míos, visitadme al Santísimo.
El camino es largo, pero vosotros mismos lo vais a saber, cuando el peñasco esté firme.
El sendero de vuestra vida lo debéis de hacer vosotros mismos.
¿Acaso he muerto en vano para vosotros?
No comprendéis, porque vosotros mismos habéis encontrado el camino que más os
plazca. Y vosotros mismos estaréis con vosotros o con mi Padre bendito, que está en el cielo.
Pedid si os encuentro habitaciones en el cielo para vosotros, pero vosotros no entendisteis
mi mensaje. Pues el Hijo del Hombre tenía que ser entregado, pero no inútilmente. Porque
vosotros mismos sabéis que estoy en el cielo, con mi Padre y estoy a la derecha de Dios Padre.
Y así se verá venir también, al Hijo del Hombre en la nube. Venir a juzgar a los vivos y a los muertos.


Y envío a Vuestra Madre y a mi Madre, para que vosotros la oigáis y os
enriquezcáis, pues, con esos mensajes que os envío.
Orad, orad mucho. No seáis como peñascos duros que van por el sendero. Mejor, sed
la rosa que perfuma vuestro camino.
(Se produce un breve silencio).
Por un instante dejamos de escuchar la voz de Nuestro Señor. El fervor y la emoción es
indescriptible.
Os dije, que os quedarais ahí y no habéis obedecido.
Podéis llegar a mi Padre, por intermedio del sendero que os di en la cruz.
Ven y sígueme y sé un discípulo de mi Madre que os envío. No lo vais a comprender
hasta que estéis en el cielo, hijo mío.
Ahora surge la voz de Miguel Ángel, después de tan hermosas palabras de guía y
consejo y pregunta.
¿Y si una persona toma otro camino? Suponiendo que uno se arrepienta antes de morir,
esa alma se salva, aunque los pecados que haga, sabiendo que es el mal y si dice por última
vez, en el último día; ¡Me arrepiento!, ¿Qué pasa con ella?
Tras unos segundos de silencio, se le escucha decir: Comprendo, comprendo. Vamos a
estar siempre esperando la venida de Tu Hijo.
Esta es la respuesta; clarísima e inconfundible.
Miguel Ángel se encuentra en la bifurcación del camino de la capilla y el Jardín. Está de
rodillas, pero se levanta, camina y entra al Jardín. Allí canta el Ave María en latín y luego sale
del éxtasis.
¡Adiós, Adiós!, mañana a las 8 de la noche.
Nota: Terminada la aparición, se le preguntó a Miguel Ángel quién había venido y él
contestó: Era la voz de Jesús. Había una voz, un resplandor más grande, que me estaba hablando
arriba. ¿No lo veíais?, ¿no? Decía: Mi Padre me ha enviado y vendré por segunda vez.
Dicho esto, se retiró Miguel Ángel.
El mensaje ha sido claro y no da lugar a interpretaciones. Jesús viene y quien lo espera
como corresponde, siguiendo sus mensajes, se salva. Será la oportunidad final.
Nos retiramos del cerro muy emocionados y renovados.

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