La emperatriz Teodora es una de las personalidades más brillantes y únicas que jamás haya reinado en el Imperio bizantino. Como esposa del emperador Justiniano, contribuyó en gran medida al engrandecimiento de Bizancio.
Teodora nació alrededor del año 500 en Chipre. De niña se mudó con sus padres a Constantinopla. A lo largo de los años, se ganó el respeto de muchas personas, además, el hecho de que se convirtiera en emperatriz hizo que todos creyeran que tuvo un pasado más significativo, llegando a considerar que su padre fue alguna vez senador. De hecho, el padre de Teodora fue servidor en el Hipódromo de Constantinopla y, después de su muerte, su esposa y sus tres hijos cayeron en la pobreza. A pesar de todo, la madre de Teodora se volvió a casar, pero esta vez con un cuidador de animales, y la niña Teodora, junto con sus hermanas, comenzó a ganarse la vida actuando en el circo. Teodora vivió una infancia en una comunidad de dudosa reputación que se la pasaba tras el escenario. Con el tiempo creció, se convirtió en actriz y empezó a actuar en pantomimas.
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