La más emblemática y hermosa de las iglesias ortodoxas rusas en la Argentina es la de la Santísima Trinidad, ubicada frente al Parque Lezama, cuyo cura párroco es el arcipreste Alejandro Iwaszewicz. Este templo fue construido por orden y con los recursos de los Zares de Rusia. Pero también hay en el país una cantidad de iglesias ortodoxas rusas, construidas ya después de la Segunda Guerra Mundial por los exiliados políticos que habían huido del régimen comunista de la Unión Soviética. El gobierno de esta última antes, y el de Putin en los últimos tiempos, siempre han querido apoderarse de esos templos, no tanto por su valor económico, como por él simbólico: el de una Iglesia libre e independiente de Moscú, que conserva las tradiciones y valores de la Vieja Rusia prerrevolucionaria. Actuando a través del Patriarcado de Moscú, es decir de la iglesia oficial, una iglesia de bolsillo de los gobernantes del Kremlin, los funcionarios de la actual Federación Rusa fracasaron en sus intentos de apoderarse de la iglesia de Parque Lezama. Pero no cejan en sus esfuerzos por quitarle a sus legítimos dueños los demás templos ortodoxos rusos de la Argentina. El sacerdote Alejandro Iwaszewicz, entrevistado por Nicolás Kasanzew Junior, describe y explica la trama de estos intentos de un Estado extranjero de tratar de apoderarse de bienes que pertenecen a ciudadanos argentinos.
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