Los jaguares saben nadar e incluso bucear. Pero estos enormes felinos no utilizan estas habilidades solo para pescar. Comparten su hábitat con otro superdepredador: el caimán, una antigua reptil que aterroriza en el agua y en las tierras adyacentes. Su gruesa piel cubierta de placas lo hace casi impenetrable, y esa enorme boca no soltará a ninguna presa por más que se resista. El jaguar utiliza el elemento sorpresa, acercándose al caimán desde el agua. El felino no puede permitirse un error. En la naturaleza, sufrir una herida grave es una sentencia de muerte. Con un ataque preciso, el jaguar atrapa a su presa por la parte posterior de la cabeza para controlar sus mandíbulas. La falta de agilidad de los reptiles no les permite resistirse a tal agarre. Y este jaguar es un cazador tan hábil que atrapa al reptil directamente en el agua, lanzándose desde un acantilado. Además de lidiar con el caimán, también tiene que lidiar con el agua. Los leopardos y guepardos están hechos para la velocidad, pero el jaguar es la concentración de fuerza. Es el mejor entre los mejores, incluso fuera de su territorio habitual.
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