El Divino Espíritu Santo es quizá la Persona menos conocida de la
Santísima Trinidad. Sin embargo es la manifestación más fidedigna del
permanente Amor de Dios con su Creación. El Espíritu Santo sustenta el Orden
del Universo y santifica las almas constantemente con una efusión de gracias,
dones, virtudes y frutos que muchos ignoran y a otros lamentablemente les es
impíamente indiferente.
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