La muerte de Ana Frank y su vida en la Casa de atrás a la sombra del régimen nazi Holocausto.

A día de hoy se desconoce el motivo de la redada policial, pero el 4 de agosto de 1944,
agentes de la policía holandesa, dirigidos por el oficial de las SS Karl Silberbauer, fueron a investigar un chivatazo sobre judíos escondidos en las habitaciones del piso superior de Prinsengracht 263.
Durante la inspección, el escondite fue descubierto y la familia Frank, junto con los otros judíos, fueron detenidos. Mientras Silberbauer les confiscaba los objetos de valor y el dinero, otros agentes, por orden de los nazis, vaciaron la casa de atrás, llevándose todos los documentos y los cuadernos que había en ella. Sin embargo, dos ayudantes salvaron varios manuscritos de este lugar, incluido el diario de Ana.

Desde una prisión de Ámsterdam fueron enviados al campo de tránsito de Westerbork.
En los barracones de la prisión, los hombres y las mujeres eran separados. Otto tenía que trabajar durante el día, sin embargo, por la noche, volvía a reunirse con Edith, Margot y Ana.
Al cabo de unas semanas, fueron enviados al campo de concentración de Auschwitz-Birkenau. Su tren fue el último en salir de Westerbork con destino a este campo de exterminio situado en Polonia.

El viaje en tren duró tres horribles y largos días, durante los cuales Ana y más de mil personas fueron hacinadas en vagones de ganado. Había poca comida y agua. Además, sólo tenían un barril que usaban como retrete. Al llegar a Auschwitz, los médicos nazis comprobaron quién podía realizar trabajos forzados pesados y quién no. Unas 350 personas del tren que transportó a Ana fueron llevadas inmediatamente a las cámaras de gas.
Mientras Otto fue conducido al campo para hombres, Ana, Margot y su madre Edith fueron enviadas al campo de trabajo para mujeres. Después de la guerra, los supervivientes las describieron como un trío inseparable. Otto no volvería a verlas nunca más.

Ana y Margot fueron deportadas al campo de concentración de Bergen-Belsen a principios de noviembre de 1944. Sin embargo, sus padres se quedaron en Auschwitz. Pocos meses después, el 6 de enero de 1945, tres semanas antes de que el Ejército Rojo liberara el campo, Edith murió por debilidad tras contraer diversas enfermedades.

En Bergen-Belsen, Ana se reunió con su amiga Nanette Blitz, quien sobrevivió al Holocausto. Posteriormente, Blitz declaró que su amiga estaba "calva, demacrada y temblorosa". Asimismo, explicó que Ana no quería seguir viviendo, ya que creía que sus padres habían muerto. A pesar de ello, Ana también soñaba con escribir algún día un libro basado en su diario.

Las condiciones sanitarias en este centro eran terribles. No había agua para lavarse y apenas la había para beber y cocinar. Entre enero y marzo de 1945, se produjeron las conocidas marchas de la muerte desde otros campos de concentración.
Un tercio de los presos que llegaban en transporte a Bergen-Belsen ya estaban muertos. De los supervivientes de estas deportaciones, casi el 80% tuvieron que ser traídos en camión desde la estación, pues estaban demasiado debilitados y enfermos para caminar. En una ocasión, de un transporte de 1.900 prisioneros, más de 500 llegaron muertos.
Los reclusos apenas recibían comida durante las marchas de la muerte. Tampoco se les alimentaba cuando llegaban al campo.

En estas terribles condiciones, Ana y Margot contrajeron el tifus.
Después de la guerra, Gena Turgel, una superviviente de Bergen Belsen, quien trabajaba en el hospital del campo, declaró que conocía a Ana. También recordó haberla visto y, en sus propias palabras, dijo que la joven se encontraba "delirando, ardiendo y en un estado terrible”. Por desgracia, Ana y su hermana no sobrevivieron.

Ambas murieron en febrero de 1945 debido a los efectos del tifus. Margot sucumbió primero, a causa de la conmoción sufrida por la caída desde su litera. Un día después, Ana también falleció.
Al principio, se creyó que las hermanas habían muerto unas semanas antes de la liberación del campo, el 15 de abril de 1945. Sin embargo, más tarde se supo que podrían haber muerto ya en febrero.

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