Para Eduardo Cardozo la pintura es una forma de acercarse al mundo para entenderlo o cuestionarlo. Su cuerpo de obra se caracteriza por el trabajo en series donde se identifican diferentes momentos y grandes variaciones siempre guiados por las preguntas a resolver. Una vez superado cada desafío a nivel pictórico, da lugar a una nueva serie, para avanzar en su proceso de investigación y transformación.

Las huellas de este recorrido que va desde la abstracción a la figuración –ya sea a través del paisaje o las naturalezas muertas– se expresan en su obra intimista, reflexiva, con una marcada paleta apastelada con tintes de azul.

Estos son elementos que resuenan con la obra que produjo para la instalación Latente (Biennale di Venezia), tanto en el uso del color como en un cierto acercamiento a un arte povera, mucho más pulido y cuidado.

En palabras de Eduardo, “su obra no busca ser el inicio de nada, sino continuar un diálogo abierto con la historia de la pintura a partir de distintos referentes”.

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