SALMO 29: EL SALMO PODEROSO CONTRA BLOQUEOS, ESPÍRITUS MALIGNOS, ENVIDIAS, BRUJERÍAS Y MALDICIONES
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Queridos amigos y amigas.

Bienvenidos.

Hoy nos reunimos en este sagrado espacio para sumergirnos en la profundidad del Salmo veintinueve, un manantial de fortaleza espiritual y protección celestial.

En estos tiempos de turbulencia y desafíos, es crucial encontrar refugio en la presencia del Altísimo y en las enseñanzas de su palabra.

El Salmo veintinueve, como un faro luminoso en la oscuridad, nos guía hacia la gloriosa presencia del Señor, disipando las sombras del temor y la incertidumbre.

En sus versículos iniciales, somos testigos de la majestuosidad del Todopoderoso, cuya voz resuena sobre las aguas tumultuosas, recordándonos su omnipotencia y su dominio sobre toda creación.

Hermanos y hermanas, os invito a reflexionar sobre la importancia de la oración sincera y la fe inquebrantable como escudos ante las fuerzas malignas que intentan perturbar nuestra armonía y tranquilidad.

En momentos de prueba y tribulación, la comunión con el Altísimo nos brinda paz, esperanza y seguridad, fortaleciendo nuestro espíritu y protegiéndonos de cualquier mal que intente desviarnos del camino de la luz.

Es crucial reconocer la existencia de energías negativas y influencias oscuras que acechan en las sombras, buscando sembrar discordia y desesperanza en nuestras vidas.

Sin embargo, en la presencia del Señor, encontramos el escudo impenetrable que nos guarda de todo mal y nos otorga la fuerza para resistir cualquier embate del enemigo.

Queridos hermanos, recordad siempre que nada puede prevalecer sobre el poder y la protección de Dios. En sus manos, encontramos refugio seguro y fortaleza inquebrantable.

Que este Salmo poderoso sea para vosotros una luz en la oscuridad, una brújula en la tormenta y un bálsamo para el alma atribulada.

Os animo a que recitéis esta oración con fervor y devoción, confiando en la poderosa mano del Señor para protegeros y guiaros en todo momento.

Que su gracia y su misericordia os acompañen siempre, amados hermanos.

Bendiciones y paz para todos vosotros.

Que la luz del Altísimo ilumine vuestro camino y os guarde de todo mal.

Comencemos ahora.

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