Vecina de la provincia de Huelva por poniente, se encuentra el distrito de Faro, provincia coincidente con la tradicional región del Algarve portugués. Dentro de este amplio distrito nos vamos a situar hacia el barlovento del mismo, y más concretamente en el tercer municipio (concelho) más poblado de la región, Portimao.
Nos dirigimos a una parte de sus playas; el paraíso está servido. Comenzamos las imágenes en la playa dos Três Castelos, en su parte más occidental, donde ya comenzamos a percibir los caprichos calcáreos que la naturaleza ha dotado a esta zona de la región.
La playa dos Três Castelos es una de las más famosas de Portimao. En su extremo de levante se encuentra el mirador dos Três Castelos, que limita con la más que famosa playa de Rocha. Pero vamos a ir recorriendo esta playa hacia poniente, donde observamos uno de los chiringuitos que posee. El arenal, cuyo nombre alude a las tres rocas que obstinadamente resisten el retroceso de la línea costera, presenta un precioso color dorado que son acariciadas por las azules aguas atlánticas. Se puede acceder a la playa a través de las escaleras que descienden del mirador, desde donde se puede disfrutar de una vista admirable de las formaciones rocosas de esta playa, propias para la nidificación de gaviotas comunes y reidoras, palomas bravías y vencejos, aves que nos acompañaron en nuestro paseo.
Vamos paseando y percibimos la belleza de sus acantilados, ofreciendo unos paisajes de una belleza brutal, impresionantes. La roca caliza, procedente de formaciones sedimentarias mesozoicas y cenozoicas, en continua erosión, forma el acantilado, preciosa formación kárstica costera, una especie de accidente geográfico que constituye un límite pronunciado del continente con el mar. Este paisaje kárstico ha necesitado millones de años para esculpir a través del oleaje, las corrientes marinas, el sol y los jinetes erosivos propios de la meteorología (viento, lluvia, granizo…) maravillosos caprichos como arcos, cuevas, grutas, figuras asombrosas, a veces oníricas… Sus colores rojos, amarillos y variados tonos ocres, contrastando con el azul intenso del mar, nos hacen creer continuamente que estamos en el paraíso.
Suavemente avanzamos hacia poniente y enlazamos con la playa do Amado, que en realidad es una misma playa separada por antojos calizos que van dibujando playas casi individuales en forma de grandes calas. Ya más allá, la playa do Amado daría paso a la playa dos Careanos.
¡Qué espectáculo de luz, de colores y de belleza! Un atractivo paseo peatonal y con carril bici recorre la cima del acantilado hasta el mirador dos Três Castelos. Este camino cuenta con áreas de descanso, zonas ajardinadas y un área de terrazas que permiten disfrutar del sol y de las vistas panorámicas de estos acantilados que se asoman al mar.
El paisaje se encuentra adornado por una densa vegetación. En las vertientes más suaves crecen lentiscos y plantas adaptadas a ambientes salinos como el caramillo, la orgaza, el aliso marino y el asterisco. En la base de los acantilados, parasitando las raíces de estas plantas, crece una pequeña y rarísima planta, con el sugerente nombre vernáculo en portugués de piça-de-mouro (literalmente, “picha de moro”, Cynomorium coccineum), derivado de su forma fálica y de su limitada distribución geográfica (confinada a la cuenca del Mediterráneo). En el arenal, en las acumulaciones de arena que se forman junto a los acantilados, abundan el loto y la grama marina, que forman campos dunares en miniatura.
Una imagen panorámica nos permite ver en conjunto las playas de Amado y Três Castelos. Nos vamos retirando y observamos de fondo la ciudad de Portimao, y hacia occidente, una amplísima perspectiva de la costa algarvía.
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