El infinito en un junco es un canto a la escritura, a la oralidad, a la difusión del conocimiento mediante un salto a diferentes épocas. Con una mirada inteligente, Irene Vallejo se ha asomado a ese mundo tan fascinante del nacimiento de la escritura, las creencias que sostenían sabios a cerca de los libros, ese instrumento que no les otorgaba confianza y que creían volvería perezosa la memoria de los hombres. El infinito en un junco pretende ser una tablilla de Mesopotamia, un papiro, un pergamino, que viene de lejos, como un extraterrestre de otra galaxia, y nos enseña de nuevo a sorprendernos ante un pensamiento y un modo de vivir tan distante al que hoy tenemos.

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