Nadar bajo el agua genera una cierta capacidad física. Mejora la respiración y el tono muscular. Incrementa la capacidad de gestionar el estrés y la concentración. El sonido que se percibe bajo el agua crea una sensación suave y beneficiosa.

Los sonidos percibidos bajo el agua

Una vez en el agua, uno se siente ligero, libre de gravedad. Se concentra en sus sensaciones internas para superar la aprensión a la profundidad. Al sumergir la cabeza en el agua, se empiezan a escuchar los sonidos de las profundidades. Normalmente, oímos ruidos bastante graves, amortiguados por las olas. Esto protege de los sonidos agudos que pueden causar estrés. Percibimos el suave murmullo del agua y a veces bos parece que oímos los movimientos de los peces.

El relaz gracias a los sonidos subacuáticos

Combinado con la ingravidez y los placeres del baño, el sonido sordo del agua proporciona una relajación extrema. Más que de ruido, se trata de una respiración silenciosa que permite crear un vacío completo. El ruido casi imperceptible bajo el agua nos permite escuchar nuestro cuerpo y nuestras sensaciones. Podemos oír los latidos de nuestro corazón, sus soplos respiratorios. Al impedirnos escuchar los sonidos exteriores, el murmullo del agua parece aislarnos del mundo. De este modo, nos alivia las tensiones físicas y psicológicas y nos proporciona una perfecta relajación.

Gracias a esta relajación, nadar bajo el agua puede suponer un momento de descanso. Salimos de ella con un claro aumento de energía.

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