Puede decirse que España se veía enfrentada a dos adversarios, uno político, la Francia de la Convención, de la Revolución, y otro estratégico, geográfico, o geopolítico: Inglaterra. El uno podía hacerle perder el alma, el otro el bolsillo: las colonias. Eso explica su posición vacilante en un principio: comenzó tratando de salvar al rey francés, al fracasar en ello, desencadenó la llamada guerra de los Pirineos contra la Convención, para acabar aliándose a Francia. El personaje que estaba detrás de todas estas decisiones y responsable absoluto de la política española de ese período era Godoy.
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