No muy convencido por el pensamiento platónico imperante de su época, Epicuro decidió abrir su propia escuela, la cual fue conocida sencillamente como “El Jardín”. En ella, Epicuro y sus alumnos pasaban el tiempo estudiando el placer. Curiosamente, y a pesar de lo que muchas personas creen, esto no era tan divertido como suena. Para Epicuro, pues, el placer no se encontraba en el hedonismo irrestricto, sino en aprender a conformarnos con cosas sencillas y accesibles.
En la mentalidad epicureísta, una vida placentera consiste en evitar el dolor y el sufrimiento a través de la mesura, evitando los excesos que eventualmente conducen a más padecimientos que alegrías. Epicuro mismo afirmó alguna vez que para ser feliz solo necesitaba agua, pan, algo de vino y (por alguna razón), un pote de queso.
Aunque se cree que era un escritor bastante prolífico, la gran mayoría de sus obras fueron perdiéndose. Sospechamos que, en alguna de ellas, hizo un apartado específico para estudiar la relación entre la felicidad y los gatos.
Escrito y narrado por: Daniel Zúñiga-Rivera
Ilustraciones por: Alexandra Zúñiga
La niña dice: "Tenemos cuenta en Instagram. ¿Podría seguirnos?":
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