De visita en una licorería me topé con este vino de Castilla y León, cuya etiqueta y nombre de la marca me cautivaron de inmediato y me transportaron a mi natal Venezuela... sólo por el nombre del producto, porque nosotros utilizamos mucho la expresión: más raro que un perro verde. Así llegué a este producto impresionante, un vino blanco de altísima calidad. De color amarillo verdoso, un tanto pálido... pero brillante y cristalino. En nariz se evidencian aromas frutales; algo de fresas, cítricos, hierbas o flores silvestres y toques almendrados. La sorpresa viene en boca... porque predomina una acidez amigable, cariñosa y atenuada, pero, se combina con algo de "miel" o cierto dulzor... para cerrar con un amargor estilizado, sobrio y remarcado con predominio de almendras amargas que se prolongan en el retrogusto. Un vino interesante, ameno y muy expresivo en boca. Ideal para todo tipo de pescados, quesos suaves, arroces y una buena charla entre amigos. Se los recomiendo mucho, se van a sorprender.
