Ymir, en la mitología nórdica, es el protogigante primordial del cual se originó el cosmos. Según las antiguas leyendas, nació del deshielo de Niflheim, la tierra del frío y la niebla, cuando se encontró con el calor de Muspelheim, el reino del fuego. Ymir fue la fuente de la creación de los gigantes de hielo y, eventualmente, su cuerpo proporcionó los materiales fundamentales para formar el mundo: su sangre se convirtió en los océanos, sus huesos en montañas, su cerebro en nubes y su cráneo en el cielo sostenido por cuatro enanos. La narrativa sobre Ymir es un testamento del pensamiento nórdico sobre la creación, donde el orden surge del caos y la vida de la destrucción. Su legado pervive como un pilar central en los mitos escandinavos.
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