EVANGELIO DEL VIERNES 16º ORDINARIO, 28 DE JULIO 2017-CICLO A: Mt 13, 18-23: "A DIOS LE ENCANTA DAR". En este Evangelio, leemos repetidas veces: "Escuchen", como para darnos a entender la importancia que tiene escuchar lo que Jesús nos quiere decir. Lo que mejor define a Dios, desde el punto de vista humano, es DAR. A Dios le encanta dar. Recuerdo que para que a un joven lo dejaran ir al seminario, tuvimos que ponernos de acuerdo él y yo, para tratar a sus papás como Dios nos trata: Dios sólo sabe dar sin nada a cambio.
ESCUCHEN. El sistema de Dios funciona muy bien: sólo dar sin pedir nada a cambio. Por eso digo que escuchen. Aunque Jesús haya explicado la parábola en este Evangelio, hay mucho que aprender. Y primero nos dice a todos que escuchemos. Tenemos dos oídos, pero se escucha con el corazón. Dios habla al corazón. Jesús pide escuchar porque nos quiere transmitir el gran mensaje de que Dios nos ama y nos quiere salvar.
DIOS ES QUIEN SIEMBRA. Jesús no sólo nos dice "escuchen". También nos quiere decir que Papá Dios es quien lanza la semilla. Es una semilla de la mejor calidad, porque Dios sólo sabe dar lo mejor. Y la respuesta que le damos es como si cayera en diferentes terrenos. Se pueden dar cuatro respuestas. La primera respuesta es la semilla a lo largo del camino. Todo hombre que oye la Palabra y no tiene oídos para entender, no dispone su corazón para escuchar, el enemigo le roba el fruto. Sucede mucho que lo material y el interés por las cosas de este mundo nos roban nuestro bien. Debemos hacer que las cosas importantes terminen siendo las más importantes. Lo sembrado en terreno pedregoso es como si una persona diera su respuesta, pero le terminan faltando pilas para seguir luchando. Se da una respuesta con entusiasmo pasajero. Quizá tú eres uno de esos que rápido respondes cuando Dios te pide algo, pero luego el mundo con sus tribulaciones, persecuciones y burlas te ponen a prueba. También en tercer lugar puede darse otra respuesta: la respuesta del que dice "sí", pero vive de fiesta en fiesta, las riquezas lo ahogan, los vicios lo ciegan, los atractivos del mundo lo sofocan. Las cosas de este mundo no son malas, pero no hay que dejarnos sofocar por ellas, para entonces tener en primer lugar lo que tiene que estar en primero. Dios. Al final, Jesucristo viene a explicar que escuchemos, que tengamos antenas para agarrar la onda para dar fruto: para dar el ciento por ciento, el 60 o el 30. ¡Bendiciones mías y de Papá Dios! P. Salvador Gómez, L.C.
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