El fútbol de Selecciones entrega apenas un puñado de finales, más allá de los Mundiales y las competiciones continentales que se organizan cada cuatro años. Bienvenida entonces esta final de la Liga de las Naciones de la UEFA entre España y Francia, en el San Siro de Milán. Más aún si la cuenta regresiva hasta Qatar 2022 marca 407 días. Incluso, si el partido recién se enciende en los últimos 25 minutos. Con ese ratito alcanzó para decir que se jugaron un partidazo. Y que se lo llevó Francia, que le saca lustre a su bronce de campeón del mundo cuando se acerca una nueva cita.
De aquel justo campeón de Rusia 2018 que fue criticado por su propuesta austera, el equipo galo no sólo mantuvo su estructura: a la columna vertebral de Lloris-Varane-Pogba-Griezmann-Mbappé le agregó un nombre clave: Karim Benzema, la estrella francesa del Real Madrid, que estaba vetado en su selección desde 2016, escándalo judicial de por medio. Dos apariciones de Benzemá y Mbappé alcanzaron para que Francia se lleve la segunda Liga de las Naciones, este torneo bianual que juegan las 55 selecciones europeas y que en su primera edición había tenido a Portugal como campeón.
Los campeones del mundo necesitaron del cachetazo de Mikel Oyarzabal a los 63 minutos para reaccionar. Como había ocurrido el jueves pasado, en la semifinal ante Bélgica, Francia se vio obligada a dar vuelta el resultado. Apenas un puñado de segundos soportó en desventaja. Benzemá recibió en su posición habitual del GPS, en el vértice izquierdo del área, y resolvió como siempre: se armó el tiro para su pierna derecha y sacó el chanfle al segundo palo. Unai Simón voló y la tocó, pero la pelota ya tenía destino de ángulo.
Quince minutos después, Mbappé, que había tenido un partido errático, recibió el pase de Theo Hernández para quedar mano a mano y recordó aquel viejo axioma de los cracks: en el área chica siempre hay un tiempo más. Pasó su pierna derecha por encima de la pelota y generó el espacio para definir de zurda al gol. Pero hubo polémica, porque los españoles entendieron que Mbappé estaba adelantado cuando picó al vacío. El VAR falló en favor del conjunto galo.
No hubo tiempo para mucho confeti. Y los que hubo distrajeron de tal forma a los españoles que tras el saque de gol, Benzema hizo de Benzema. Desde un vértice del área enchufó su privilegiado telescopio, cargó la pierna derecha y ajustó un tiro combado a la escuadra izquierda de Unai, en vuelo sin éxito. Un gol mayúsculo. Un gol de autor de Benzema. Sin un suspiro para festejos o lamentos, apareció Mbappé a la carrera, con ese arranque jamaicano que le distingue. Unai, lejos de casa, le concedió el disparo por encima de su cogote. Pero el célebre jugador del PSG no estuvo clínico. Sí lo estaría después.
En desventaja, como en la semifinal, se soltó Francia. O sea, Benzema y Mbappé. El equipo les espera demasiado o ellos se demoran. Pero activados, el conjunto de Deschamps es otro. Con el partido abierto, una confusa jugada concluyó en el 1-2. Theo hizo despegar a Mbappé, que pareció salir disparado en fuera de juego. Ocurre que Eric tocó ligeramente el balón, lo que habilitaría al francés, según la interpretación arbitral. Un absurdo, por mucho reglamento que manoseen a escondidas. Ni VAR ni gaitas. Todo cada día más confuso y embrollado. Mbappé sorteó a Unai y a la cazuela.
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